Ciencia o pseudo-ciencia, ¿Dónde está el límite?

 

Conocer lo exacto es un arte, y como buen arte ha de integrar opuestos. No es anular una u otra conducta, sino generar la virtud de ambas. Obertura con honestidad.

El conocer no se escapa a la expresión de extremos, y más en si lo enfocamos desde el conocimiento cognitivo. Parece que tenemos que vivir una tensión para en-tender con el pensamiento… esos extremos que colocamos en una balanza y que sopesamos para llegar a una conclusión. La realidad se compone de infinidad de elementos. Es el caos, que vamos solventando, generando patrones de comportamiento de la materia. Pero esa multiplicidad asusta, sobre todo cuando no se encuentra explicación a priori. Lógico, hay mucho por conocer y nos movemos en nuestros límites, pues no olvidemos que el conocer parte de nosotros. Las cosas ya existen con sus leyes y su complejidad, independientemente que las sepamos o no. El campo de verífica es nuestro.
Sabemos a lo largo de la historia que nuestro conocimiento se mueve en nuestros límites, pues lo que conocemos con bastante seguridad es lo que hemos podido definir con patrones, y aunque nuevos descubrimientos han hecho redefinir las leyes siempre ha significado un enfrentamiento a nuestros principios y limitaciones. Cuando hablo de límites lo sitúo en nuestra comprensión, que depende de una capacidad de llegar a la información, que vamos desarrollando a lo largo de nuestra evolución. Así, llegamos a la materia, y a sus leyes desarrollando en nosotros la capacidad para captarla, o la capacidad de inventar algo que lo pueda captar, que, aunque máquina, parte de nosotros, lleva nuestra limitación del momento, expresada en patrones de información definible y por supuesto comprensible en un momento dado.
La ciencia como tal, pura, no descarta ninguna observación, que modestamente queda en ese espacio reservado para «cosas por comprobar». Mientras vamos añadiendo elementos pues la multiplicidad se brinda encantada para ofrecérnoslos. Depende de hasta donde nos adentremos a observar… Y ahí están los dos extremos. La ciencia entra en escepticismo, y aparece la pseudociencia que acepta todo como certeza. Ambos son extremos y los extremos no ven lo exacto.
Han surgido muy buenos científicos a partir de teólogos o filósofos, pues contemplan la posibilidad y los hechos, lo abstracto y lo concreto. El punto medio es, la obertura a cualquier posibilidad, y la honestidad hacia la exactitud.
Cualquier persona que practique ciencia siempre ha de dejar abierta una puerta, pero no lanzarse hacia ella sin un principio justo. El conocimiento que se transmite ha de ser exacto, ha de ser la virtud de todo científico. Y aquí está la clave.
Los grandes descubrimientos han partido de sueños perfectamente encontrados en la realidad como progreso, precisamente de nosotros mismos. El escepticismo nos priva de ver la verdad… el exceso de obertura nos la ciega.
Ahora bien, ¿cómo reconocer lo exacto? «Si te acostumbras a percibir lo que es sabrás cuando no es»…

Posted by Meritxell Castells 3/5/2013

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