Si te acostumbras a percibir lo que es, sabrás cuando no es

 

Saber por dónde ir se convierte a veces en una tarea nada fácil. Todas las opciones son válidas, pero hay una que es la más adecuada en un momento concreto. Lo mejor, es que lo sabemos sin darnos cuenta, solo hay que aprender a identificar la sensación que produce.

 

La costumbre es un estado de nuestra materia viva. Es el automatismo de la ley del mínimo gasto, que además sostiene lo que ya está integrado. Lo que ya ha pasado por nuestros procesos de interacción-integración, o sea, contacto y aprendizaje, lo pasamos a un estado de “piloto automático”, con la finalidad de pasar a otra cosa.
La persistencia en continuar en lo mismo es lo que produce los estados de degeneración, pues al no tratarse de aquello por donde continuar, entra dentro del “no es”.
El “es” abre la puerta de la continuidad. Veamos en qué consiste esto.
Todo lo que existe entra dentro de nuestros planes de conocimiento. Cada interacción, y eso es inevitable, debe ser integrada. Es lo que sostiene nuestra consistencia. La identidad se forma a partir del conocimiento de todo lo que está en nuestro campo de acción. Somos ese campo y conocerlo es ubicarnos.
¿Tarea difícil? …para eso está el tiempo.
Desde nuestra parte vida, lo sabemos todo. Una materia perfeccionada, una obra de arte que se encuentra evolucionado. La interacción física manifestada se encuentra registrada en cada elemento de nuestra materia. La vida continúa en otras substancias, la materia se desarrolla en su aspecto culto. Es una nueva substancia que abre campos de interacción y que da continuidad a la existencia. El proceso de comprensión es ahora desde la substancia mental. La mente, en sus primeras etapas de desarrollo se expresa de manera binaria. En un contacto con la información, percibimos desde una parte de nosotros que no sentimos muy conscientemente, una atracción hacia una información. Desde la mente, generamos separatividad, pues estamos definiendo, diferenciando una cosa de otra. Separamos, y se genera más interacción-integración. Al definir, estamos individualizando cada cosa que existe.
Si desde nuestra parte vida sabemos lo que es, ¿por qué buscamos “lo que no es” para descartar? Porque estamos en la fase del “no”. Negar es una manera de afirmar lo que no es. El fenómeno de la exactitud que lleva el “es” es un asunto para un momento más completo de nuestras substancias (más evolucionados), es la completez que lleva el “es”…Mientras, para acercarnos más a esa ubicación que tanto necesitamos, hacemos uso del “no es”. Esto se ha reflejado en la creación de las palabras. Existen numerosos prefijos de negación, pero no de afirmación. Partimos de un enunciado que ya existe, por supuesto…la sustancia vida.
Todo es igual de válido, todo “es”, pero la mente registra cada contacto-aprendizaje en el tiempo. El desarrollo de la mente nos hace entrar en la vivencia temporal… la secuencialidad, que se apoya en el mínimo gasto para expresar este acto de interacción. Por eso todo tiene su momento perfecto, es cuando la acción no pierde energía, la tendencia a la entropía 0.
Lo que “es” expresa un campo de continuidad. Podemos entenderlo como un encaje perfecto, como se da, por ejemplo, entre una pregunta y su respuesta. Existe una sensación concreta en ese encaje, que es perfectamente perceptible. La tarea es acostumbrarse a reconocerla. En un momento donde tenemos que escoger una respuesta entre diez por ejemplo, hay más posibilidad de negación que de afirmación. Hay nueve que no y una que sí es. Perfeccionarnos en el asunto nos permitirá poco a poco descartar los estados “no es”, para percibir directamente el “es”. En todo este asunto perceptivo, parece que el concepto verdad impone respeto, pues es para la mente un desconocimiento, y por lo tanto, para nuestra percepción una aparente desubicación. Podemos llamarle de momento, “un estado más completo”.
Las posibilidades de existencia son muchas, estamos experimentando la libertad gracias a la experiencia del “margen”, pues “lo que no es” también es posibilidad, y es medianamente compatible con la vida. A partir de aquí, imaginad cómo sería la existencia en “entropía 0″.

Posted by Meritxell Castells 15/12/2012

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

A %d blogueros les gusta esto: