Ciencia, un derecho de todos en evidencia

Los conocimientos obtenidos mediante la observación y el razonamiento son compartidos libremente o de manera impuesta si se presentan como intercambio de bienes. La capacidad de conocer es un hecho en nuestra existencia. El intercambio, tal como lo vivimos es un pacto impuesto sin objeción, que debe cumplirse desde ambas partes.

El asunto de lo justo aparece en todo, cuando la finalidad es integrarlo… El intercambio de bienes define la sociedad en la que nos encontramos. Para integrar un principio, se ha de vivir en todas sus expresiones, y ahora estamos en uno de sus extremos, que nos obliga a sopesar en la balanza de lo justo, y a plantearnos la existencia de una simbiosis que, aunque parezca que la hayamos olvidado, solo estamos descubriéndola (conocimiento consciente). Estamos pasando de lo colectivo a lo individual. Las interacciones pasan a ser algo definido individualmente. El acceso al conocimiento ha de ser individual para ser ciencia… Estamos hablando de conocimiento adquirido por observación y razonamiento. Podemos escuchar la observación de otro, pero solo uno es científico cuando lo hace por sí mismo. El tema está en que un acto propio parte de la propia voluntad, y esta viene definida por intereses evolutivos. Conocer aporta progreso a todos los niveles, y no es menos ciencia el estudio de nuestras emociones o cualquier evento personal. Cualquier expresión existente tiene sus leyes, su exquisita complejidad, su capacidad interactiva. Cualquier expresión está abierta a ser conocida, es más, si entra en nuestro campo, nos vemos inmersos en la acción de integrarla.
Observemos la sociedad, cada vez vemos más individuos capaces de llegar al conocimiento de manera individual, y que voluntariamente lo comparten, pues trascienden al intercambio de bienes actual. El intercambio sigue existiendo, aunque es algo que es realmente comprendido por quien lo realiza.
Cualquier evento cotidiano, cualquier observación que nos lleva al conocer, en cualquier temática, es ciencia, pues esta es progreso, nos ubica.

El problema está en crear jerarquías en cada rama del conocer, pues sitúa en segundo plano al individuo, apartando el verdadero concepto de ciencia.  La verdad pasa a ser algo que en teoría es «sabido por todos» si se expresa con intercambio de bienes. Es a lo que ahora decimos ciencia, personas especializadas en una rama del conocimiento que observan, razonan y exponen para todos, controladas por instituciones o empresas. Desde el individuo, se expresa en plenitud, pues el mismo camino a la honestidad lleva en sí la fase de la propia certeza ante la necesidad de ser reconocido. Esto es un acto individual en estos momentos, pues el colectivo, la empresa, tiene el soporte de su propia expresión colectiva y en su papel como partícipe en el intercambio de bienes, que da por sentado este asunto.
Pero la prueba de la propia honestidad está en el individuo, parte de ahí. Un colectivo no es más que un conjunto de individuos.
El conocimiento se pone a prueba, para el que avanza hacia aquí. La necesidad del verdadero conocer ha de convertirse en una evidencia. Es entonces cuando podemos hablar de progreso.
La verdadera capacidad de hacer ciencia solo ha sido privada por uno mismo, ante la tendencia al acomodarse a lo ya hecho. La verífica de la información recibida por otros no es desconfianza, es precisamente verificación, más ciencia. Las circunstancias externas que se presentan actualmente favorecen este cambio… Vividas con una clara adversidad, incomprensible si no es desde la perspectiva de la evolución. Parece una paradoja, quitar progreso para ganar progreso. Solo es cuestión de un cambio de valores para comprenderlo. Pero, ¿cómo sabemos ver si nuestro proceder es o no correcto? Estamos en una historia… y los hechos hablan por sí solos. Si algo no funciona puede verse, y aún así, siempre puede re-calcularse todo hacia la solvencia. Nos indignamos ante tanto recorte… sin ver que no es más que una ayuda para pasar a otro nivel de hacer ciencia, que de momento se plantea como impensable. Podemos ver analogías de esta manera de proceder en asuntos personales, en validar algo falso cuando pensamos que no tenemos nada más.
La ciencia empieza con la propia honestidad, y ésta aparece aquí, en la búsqueda del conocimiento verdadero, sin ningún inconveniente a quedarse sin nada, y esperar el tiempo que sea necesario. Este proceder, al no realizarse por propia voluntad, está apareciendo de manera impuesta por la misma evolución, en una crisis de valores que cada vez es más evidente.
Tenemos derecho a recibir nuestra parte del intercambio, pues se ha establecido como tal el conocimiento científico, pero no puede imponerse la voluntad de alguien que no se ha comprometido previamente a dar esos conocimientos. Individualmente uno es libre de hacerlo o no. La privatización estos asuntos es como la expresión individual. Al no haber una imposición desde la estructura básica social, no impone más allá de lo que se compromete en el intercambio de bienes. De todas maneras, sea en privado o público, se componen de individuos y el cambio ha de empezar por aquí. Así pues, podemos exigir nuestra parte del intercambio impuesto por los que establecen las normas para el funcionamiento de una sociedad, y que es aceptado, pues nos parece justo. Pero cuando esto se pone en evidencia vienen los re-planteamientos, y es justo reclamar o dejar de aportar si no hay intercambio justo.

Posted by Meritxell Castells 16/6/2013

1 comentario en «Ciencia, un derecho de todos en evidencia»

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