La ley del mínimo gasto energético entra en evidencia ante el desafío de continuar en nuevas substancias… Es un debate ante la necesidad de integrar las interacciones existentes. Es entonces cuando la materia se enfrenta a sí misma…y se plantea la continuidad en una nueva aventura.
Nuestra naturaleza en constante evolución se debate en las líneas de nuevas experiencias, ante el placer de su propio reconocimiento frente a lo sabido y la aventura de la continuidad que despierta otros centros de placer. La vida tal como la conocemos obedece a unos patrones de formación y crecimiento que, podemos decir que son previsibles cuando su conocimiento se convierte en un espacio ordenado donde solventamos el caos. La evolución nos aporta más conocimiento de esta previsibilidad y nos preguntamos cuál es el límite entre lo que es previsible o no.
Como buenos protagonistas, podemos basarnos en nuestras reacciones para poder hacer una valoración más exacta de este fenómeno, y aún así, siempre queda el espacio de la infinita comprobación, acercándonos a la exactitud, que no es más que el aspecto individual que presenta este proceso.
El placer intelectual nos aporta un estado de regeneración que necesitamos para seguir avanzando. Esto podría alimentar la repetitividad de lo ya conocido, y a partir de aquí las falsas interpretaciones sobre el sistema vida que conocemos. Es por eso que la ley del mínimo gasto energético respalda a una evolución con sentido de sí misma sobre cada punto de su trascendencia. Y ahí tenemos el «software» que nos genera continuidad, hacia la generación de nuevas substancias. Es ahí donde la vida nos muestra que puede continuar en las infinitas interacciones posibles, donde cada uno individualiza sus tiempos de contacto según sea su desarrollo. Es el aspecto justo entre lo necesario y lo «integrable». Justo, no más ni menos, para favorecer la materia.
Posted by Meritxell Castells 19/1/2013
Bua otro articulazo! Como sube de rápido el número de visitantes a tu página.! Muy interesante, como siempre